HORA SANTA CON SAN FRANCISCO DE ASIS
HORA SANTA CON SAN FRANCISCO DE ASIS
Por eso, os proponemos este esquema de Hora Santa. Para la meditación, podéis recurrir a la Homilía del Papa Francisco en su visita Pastoral a Asís el 4 de Octubre de 2013. Destacamos los siguientes:
Francisco,
hijo de un rico comerciante de Asís. El encuentro con Jesús lo llevó a
despojarse de una vida cómoda y superficial, para abrazar «la señora pobreza» y
vivir como verdadero hijo del Padre que está en los cielos. Esta elección de
san Francisco representaba un modo radical de imitar a Cristo, de revestirse de
Aquel que siendo rico se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza
(cf. 2Co 8,9). El amor a los pobres y la imitación de
Cristo pobre son dos elementos unidos de modo inseparable en la vida
de Francisco, las dos caras de una misma moneda.
¿Cuál es el testimonio que nos da hoy Francisco? ¿Qué nos
dice, no con las palabras –esto es fácil– sino con la vida?
1. La primera cosa que nos dice, la realidad fundamental
que nos atestigua es ésta: ser cristianos es una relación viva con
la Persona de Jesús, es revestirse de él, es asimilarse a él.
¿Dónde inicia el camino de Francisco hacia Cristo? Comienza
con la mirada de Jesús en la cruz. Dejarse mirar por él en el
momento en el que da la vida por nosotros y nos atrae a sí. En el crucifijo
Jesús no aparece muerto, sino vivo. La sangre desciende de las heridas de las
manos, los pies y el costado, pero esa sangre expresa vida. Jesús no tiene los
ojos cerrados, sino abiertos, de par en par: una mirada que habla al corazón. Y
el Crucifijo no nos habla de derrota, de fracaso; paradójicamente nos habla de
una muerte que es vida, que genera vida, porque nos habla de amor, porque él es
el Amor de Dios encarnado, y el Amor no muere, más aún, vence el mal y la
muerte. El que se deja mirar por Jesús crucificado es re-creado, llega a ser
una «nueva criatura». De aquí comienza todo: es la experiencia de la Gracia que
transforma, el ser amados sin méritos, aun siendo pecadores. Por eso Francisco
puede decir, como san Pablo: «En cuanto a mí, Dios me libre de gloriarme si no
es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo» (Ga 6,14).
Nos dirigimos a ti, Francisco, y te pedimos: enséñanos a
permanecer ante el Crucificado, a dejarnos mirar por él, a dejarnos perdonar,
recrear por su amor.
2. En el evangelio hemos escuchado estas palabras: «Venid a
mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo
sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón» (Mt 11,28-29).
Ésta es la segunda cosa que Francisco nos atestigua: quien
sigue a Cristo, recibe la verdadera paz, aquella que sólo él, y no el mundo,
nos puede dar. Francisco acogió, vivió y nos transmite la paz de
Cristo, que pasa a través del amor más grande, el de la Cruz. Es la paz que
Jesús resucitado dio a los discípulos cuando se apareció en medio de ellos
(cf. Jn 20,19.20).
La paz de san Francisco es la de Cristo, y la encuentra el
que «carga» con su «yugo», es decir su mandamiento: Amaos los unos a los otros
como yo os he amado (cf. Jn 13,34; 15,12). Y este yugo no se
puede llevar con arrogancia, con presunción, con soberbia, sino sólo se puede
llevar con mansedumbre y humildad de corazón.
Nos dirigimos a ti, Francisco, y te pedimos: enséñanos a ser
«instrumentos de la paz», de la paz que tiene su fuente en Dios, la paz que nos
ha traído el Señor Jesús.
3. Francisco inicia el Cántico así: «Altísimo, omnipotente
y buen Señor… Alabado seas… con todas las criaturas» (FF, 1820). El amor
por toda la creación, por su armonía. El Santo de Asís da testimonio del respeto
hacia todo lo que Dios ha creado y como Él lo ha creado, sin
experimentar con la creación para destruirla; ayudarla a crecer, a ser más
hermosa y más parecida a lo que Dios ha creado. Y sobre todo san Francisco es
testigo del respeto por todo, de que el hombre está llamado a custodiar al
hombre, de que el hombre está en el centro de la creación, en el puesto en el
que Dios – el Creador – lo ha querido, sin ser instrumento de los ídolos que
nos creamos.
Nos dirigimos a ti, Francisco, y te pedimos: Alcánzanos
de Dios para nuestro mundo el don de la armonía, la paz y el respeto por la
creación.
Esperamos que sea de gran ayuda... Feliz Día de San Francisco de Asís.